Apuntes para una Crónica sobre la Parroquia Ntra. Sra. de Luján Santuario Porteño

Lo que sigue no pretende de ninguna manera ser una historia acabada de la Parroquia de Luján Porteño, es simplemente el producto de mi memoria personal de 56 años de vida parroquial, sumada a los relatos de otros feligreses, más la investigación periodística de algunas publicaciones, pero lejos del rigor de las disciplinas históricas.

Solo aspiro a que este trabajo sea una especie de plataforma en la cual, algunas personas que tengan más información la vuelquen sobre la misma y otras con mayores conocimientos técnicos sistematicen.

Entiendo que más importante que el producto de algunos que saben mucho, será más eficiente la tarea de muchos que sabemos algo.

Paso a explicar brevemente el plan de este trabajo: en cada periodo de la vida parroquial, primero pretendo ubicarlo al lector en las circunstancias políticas, económicas o sociales, del país, de la ciudad, del barrio, o de la vida de la Iglesia según los casos.

Porque no resulta ilustrativo saber cuantas Ramas de la Acción Católica funcionaban o cuantos días atendía Cáritas, si no sabemos en que contexto se desarrollaban.

Era muy distinto ser Cura Párroco en la época que los Arzobispos andaban a los abrazos con los presidentes de la Nación, que durante la quema de las iglesias. Unas eran las urgencias durante la bonanza económica de las clases populares en la segunda mitad de la década del 40 y otra la signada por la desocupación y el empobrecimiento de vastos sectores sociales de fines de los 90.

Así planteadas las cosas, con el aporte de todos, tendremos la historia que el Santuario Porteño de Nuestra Señora de Luján se merece

Herberto Fernández

1927-1929: Un Santuario en la Ciudad

Pegando un salto en el tiempo, nos encontramos con que para la década del veinte del siglo pasado, se había difundido mucho entre los porteños la devoción a Nuestra Señora de Luján. No eran pocos los que concurrían con cierta periodicidad a la Basílica Nacional.
Por ese entonces a los actuales barrios de Parque Avellaneda, Flores y Floresta se los agrupaba en uno solo, conocido con la denominación de Vélez Sársfield Sur.
Debido a los numerosos loteos realizados en los años anteriores, y a las facilidades de comunicación que ofrecían las líneas de tranvía que empezaron a llegar a la zona, las quintas de verduras y potreros baldíos habían dejado lugar a un nutrido número de casitas, gracias a lo cual la población del lugar se había incrementado significativamente.
Una gran cantidad de los pobladores lo constituían familias de inmigrantes, todos los cuales se enfrentaban con una dificultad, no había ninguna parroquia en el lugar, las más cercanas eran San José de Flores y Nuestra Señora de la Candelaria, pero teniendo en cuenta que la mayoría de las calles eran de tierra, en los días de lluvia hallaban mucha dificultad para oír misa o participar de las prácticas religiosas.
Fue así que un grupo de vecinos de la zona, encabezados por el señor Juan Delmano, le solicitaron autorización al arzobispado para efectuar la compra de propiedades y terrenos necesarios para levantar una capilla que llevaría el nombre de Nuestra Señora de Luján.
Concedida la autorización, el 1° de abril de 1927 cerraron trato con los propietarios de la casita ubicada en la calle Remedios 3345, entre Pergamino y Azul, y a fines de mayo del mismo año adquirieron un terreno lindero.
Las autoridades eclesiásticas designaron entonces al Reverendo Padre Planche, de la Orden del Santísimo Sacramento como encargado de los cultos de la futura capilla.
Una vez terminada las refacciones de las habitaciones de la casita para adecuarlas al nuevo uso, menos de tres meses después, el 7 de agosto se inauguró y bendijo el nuevo oratorio, celebrando dos misas esa mañana, y a la tarde se comenzó con la enseñanza del catecismo para la primera Comunión.
Al domingo siguiente después de misa de 10 hs se constituyeron dos comisiones pro-templo, la de damas y la de caballeros.
El 1° de enero de 1929, por decisión del Arzobispado de Buenos Aires, el oratorio se elevó a la categoría de parroquia, se nombró cura párroco al Pbro. Ignacio Ratto, fijando los siguientes límites: San Pedrito, Lafuente, el Riachuelo, Escalada, Juan B. Alberdi hasta San Pedrito.

1929-1933: "Corrientes Angosta" y la Marcha Triunfal de María

Mientras los vecinos del Oratorio sumaban esfuerzos para la edificación de un templo, sucedió que la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires decidió ensanchar la calle Corrientes, que hasta ese entonces era tan angosta como hoy lo siguen siendo Bartolomé Mitre o Lavalle.
Para el ensanche era necesario demoler -entre otras edificaciones- el templo de San Nicolás de Bari, que se hallaba en la calle Corrientes, entre Cerrito y Carlos Pellegrini, donde hoy se levanta el obelisco. Ese templo existía desde 1721 y en su torre se había enarbolado por primera vez en la ciudad de Buenos Aires el pabellón nacional en 1812.
Ante esa situación su entonces cura párroco, monseñor Daniel Figueroa -quien profesaba una gran devoción a la virgen gaucha- concibió la idea de levantar un Santuario en nuestra ciudad dedicado a ella, con parte de las instalaciones que se tenían que desmontar sumadas a otros aportes.
Así fue como se unieron los esfuerzos de las comisiones de fieles del oratorio de la calle Remedios con la asociación de feligreses de San Nicolás. Con los primeros fondos recaudados se adquirió un terreno más adecuado para levantar el nuevo templo, en la avenida Francisco Bilbao entre Portela y Pergamino, su actual ubicación.
De común acuerdo se determinó que la nueva edificación debería reproducir en lo externo la línea colonial del levantado en la Villa de Luján en 1763, luego remplazado por la actual Basílica Nacional. En tanto que en lo interno debía reflejar el estilo y la ornamentación de San Nicolás de Bari, que pronto gracias a la piqueta pasaría a ser solo un recuerdo.
Pronto comenzaron las obras y una vez edificadas la sacristía, el baptisterio, la cúpula, el ábside que es la parte bajo la cúpula y la casa parroquial, en febrero de 1930 se trasladó la sede de la parroquia, desde el oratorio de la calle Remedios hasta el templo en construcción en la avenida Bilbao.
Para incentivar a los fieles de San Nicolás de Bari a colaborar, se había colocado allí una imagen de Nuestra Señora de Luján. El domingo 1° de junio de ese mismo año, una solemne procesión partió desde allí, portando dicha imagen rumbo a su nuevo hogar.
Para recrear los sucesos del 1630, la imagen fue transportada en una carreta tirada por tres yuntas de bueyes, la misma era propiedad de un tropero de La Matanza don Antonio Spirito. Detrás de la carreta venían varios gauchos montados en sus caballitos criollos y luego toda la feligresía a pie.
Salieron de Corrientes y Carlos Pellegrini a las nueve de la mañana y llegaron a Francisco Bilbao y Portela a las cuatro de la tarde, tras siete horas de marcha; en los últimos tramos bajo una persis-tente lluvia que había amenazado durante todo el día.
Luego en el templo en construcción, la imagen de la Virgen se colocó en un nicho de bronce, que era el mismo que ocupaba la imagen de la Pura y Limpia Concepción, en su primitivo templo del año 1763 en la Villa de Luján.

1933-1956: Primer Cambio de Párroco

Sorpresivamente el 30 de julio de 1933, el Pbro. Ignacio Ratto presentó su renuncia como cura párroco, e inmediatamente asumió el Pbro. y doctor en teología Juan María Chal.
Una vez finalizadas las obras, el 7 de setiembre de 1935, el Arzobispo de Buenos Aires, monseñor Santiago Luis Copello, bendijo las nuevas instalaciones.
La actual edificación alberga las siguientes curiosidades: el portal colonial de la izquierda, tomando nuestra ubicación frente al templo, es el mismo del primer templo levantado en la Villa de Luján en 1763. La imagen de la Virgen de Luján que está en el altar del vestíbulo derecho, es la que se veneraba en el oratorio de la calle Remedios. En tanto la imagen de N.S.de Sumampa que está en el vestíbulo izquierdo es una réplica de N.S.de la Consolación que viajaba en el otro “cajoncito”.
El padre Chal fue secundado durante largos años por el Pbro. José Lofano, como teniente cura y por el Pbro. Eulogio Justel como capellán.
Hubo una primera etapa de gran actividad, tanto material como espiritual, y social: en lo edilicio se terminó la construcción del templo como queda dicho, luego se edificó el camarín de la Virgen, se habilitó un espacio en el fondo para actividades deportivas y culturales y más adelante se reemplazó el altar mayor de madera por el actual de mármol.
En lo espiritual comenzaron a funcionar varias asociaciones piadosas, entre ellas se destacaron la Congregación Mariana, constituida por jóvenes, adolescentes y niños todos varones; la Archicofradía de N. S. de Luján, integrada por numerosas señoras; la Congregación de Hijas de María, que agrupaba a las jóvenes solteras y la Congregación de Santa Teresita que reunía a las niñas.
En lo social, se constituyó un Grupo de Vicentinos cuyo objetivo era la ayuda a los necesitados.

En el año 1941 el padre Chal sufrió un accidente automovilístico, y si bien no le quedaron secuelas visibles, este hecho pareció marcar un antes y un después, más adelante la actividad disminuyó notablemente.
Un quiebre lo constituyó en 1951 la instalación en la parroquia de las cuatro Ramas y todas las Secciones Preparatorias de la Acción Católica Argentina. Esto revitalizó la labor apostólica parroquial, dentro de la siesta pueblerina que caracterizó esta segunda etapa hasta el año 1955.
En dicho año la quema de parte de la Catedral, la Curia y varios templos del centro de nuestra ciudad, producto de la tirantez en las relaciones entre la Iglesia conducida por el Cardenal Santiago Luis Copello y el Gobierno nacional presidido por el General Juan Domingo Perón, nos encontró a varios miembros de la Acción Católica de Luján Porteño presos durante casi una quincena en la cárcel de Villa Devoto a disposición del Poder Ejecutivo.
La parroquia siguió movilizándose por inercia, hasta que casi un año después en mayo de 1956 y tras una dolorosa enfermedad falleció el padre Chal.

1956-1960: Época de Intensa Actividad

Asumió entonces como cura párroco el Pbro. Armando Amado, todo nervio y acción, secundado eficazmente por el Pbro. Jorge Abelardo Silva y el Pbro. Domingo Salvador Castaña; con el paso del tiempo, Obispo de Presidencia Roque Sáenz Peña el primero y de Corrientes el segundo. También colaboraron con el padre Amado, el Pbro. Cayetano Saladino y el padre Grandi.
Era Papa por ese entonces Juan XXIII , en el orden mundial coincide con el inicio de la era espacial mediante el lanzamiento al espacio del Sputnik I, en tanto en el país se recuperaba la democracia con la asunción del presidente Frondizi
Fue un periodo de muchas actividades, de pleno funcionamiento de las instituciones y por sobre todo de un gran protagonismo por parte de los jóvenes.
Pero no le fue en zaga la labor de las señoras y señoritas Misioneras de Manzana, que tenazmente recorrían casa por casa llevando la palabra de Dios y recolectando fondos para la edificación del colegio parroquial, bajo el lema “Con bonos de papel levantaremos un edificio de material”
Estó último quizás haya sido lo más significativo de este periodo: la construcción y puesta en funcionamiento del colegio parroquial primario, que se inauguró en 1960.
Ese mismo año el padre Amado dejó la Parroquia, debido a su traslado a Nuestra Señora del Carmen, en Villa Urquiza.

1960-1961: Un Padre Para Todos

Lo sucede el padre Vicente Faustino Zazpe, que se desempeñaba hasta el momento en Santa Rosa de Lima y como Asesor del Consejo Arquidiócesano de Aspirantes de la Acción Católica.
Para ese entonces, aunque el Colegio ya se había inaugurado, aún faltaba pagar deudas contraídas anteriormente. Humildemente el padre Zazpe y un feligrés el señor Vicente Del Bueno, los domingos recorrían diversas parroquias, y con el permiso de los respectivos párrocos, al terminar las misas hacían colectas para seguir pagando dichas deudas.
Durante su mandato comenzó la atención de la secretaría parroquial por parte de laicos, tarea que hasta el momento había sido ejercida por los propios sacerdotes.
Todos los párrocos naturalmente tienen tendencia a entenderse mejor con algún sector de la comunidad: con los jóvenes unos, con los matrimonios otros y así.
De su periodo podemos decir, que así como los Papas entran en la historia con un adjetivo que caracteriza su personalidad, como Juan el Bueno, por ejemplo; si los Curas Párrocos debieran ser recordados con un calificativo, a Vicente Faustino Zazpe, le cabría el de “el Padre”, dado que siempre tenía el oído atento y la palabra adecuada para todos los integrantes de la Parroquia sin excepción.
En 1961 el padre Zazpe se aleja al ser consagrado Obispo de Rafaela, provincia de Santa Fe, posteriormente fue designado Arzobispo de Santa Fe.

1961-1970: La Era de la Renovación

En su reemplazo el cinco de octubre de 1961 asumió el Pbro. Francisco Ingr, coincidió su mandato con los aires de renovación impulsados por el Concilio Vaticano II, y la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín. Fue asistido en diversos momentos por los Pbros. Héctor Botán y José Antonio Ingr, su hermano mayor.
Produjo significativos cambios modernizando las instalaciones y el mobiliario del templo, no siempre aceptados de buen grado por la feligresía más conservadora.
Se dedicó con gran empeño al buen funcionamiento del Colegio parroquial, el cual durante esta época se terminó de pagar, pero como contrapartida entraron en crisis algunas instituciones parroquiales.
Durante su mandato, el cambio más significativo posiblemente haya sido, la creación de la “Asociación de Amigos de Luján Porteño”, la innovación consistía en que los fieles se comprometían a donar una suma mensual para el sostenimiento de la parroquia, dado que se abolieron todos los aranceles por misas, casamientos, etc.
A pesar de que por Derecho Canónico, -por haber sucedido a un Párroco designado Obispo- su cargo era inamovible, y que era bien visto por la mayoría de la feligresía, tras casi diez años al frente de la parroquia, sorpresivamente presentó su renuncia en 1970.

1970: Tiempos de Crisis

Entonces a instancias del vicario zonal monseñor Adolfo Arana, el Arzobispo de Buenos Aires, monseñor Juan Carlos Aramburu designó nuevo párroco al Pbro. John Koldovica Gárate.
A poco de iniciado su mandato, éste sumó a su carácter violento, falta de tacto y la toma de decisiones inaceptables para la comunidad, todo lo cual lo enfrentaron seriamente con el personal directivo y docente de la escuela primero, con los padres de los alumnos y también con éstos luego y finalmente con la feligresía en general.
A pesar de los ruegos y de las quejas que la comunidad le hizo llegar a la vicaría de Flores y al arzobispado, mientras el conflicto se mantuvo dentro de los muros del templo y del colegio, los miembros de la jerarquía se hicieron los distraídos.
Pero cuando ya el escándalo hubo traspasado los limites parroquiales y llegado a los medios, cuando quedó instalado en diarios, revistas y noticieros de la televisión, -como para darle la razón a ese dicho de que lo que no pasa por la televisión, no pasa- entonces sí las autoridades eclesiásticas decidieron removerlo del cargo de Representante Legal de la Escuela, que pasó a ocupar interinamente el cura párroco de San José de Flores, monseñor De Bonis.
Tiempo después con la Parroquia en franca decadencia y advertido de que desde la vicaría y el arzobispado, aunque sin destituirlo ya le habían soltado la mano, en diciembre de 1970, con más pena que gloria el Pbro. Gárate presentó su renuncia al cargo de cura párroco.

1971-1974: Un Complicado Intermedio

En enero de 1971 lo reemplaza el padre Noriega, un noble sacerdote, muy piadoso y muy conservador, el cual tendría la difícil misión de pacificar los ánimos y reencauzar la actividad parroquial.
Pero se quedó a mitad de camino, porque al año siguiente de asumir, cuando se dirigía a un retiro espiritual, sufrió un gravísimo accidente automovilístico que casi le cuesta la vida.
Durante su larga convalecencia la parroquia no tuvo párroco a cargo, y distintos sacerdotes, entre ellos el Pbro. Egidio Esparza se turnaron en la prestación de los oficios religiosos; finalmente debido a las secuelas del accidente, el padre Noriega en 1974 debió renunciar.
Debido a todos estos contratiempos, la vida institucional de la parroquia se vio muy complicada.

1974-1981: La Vuelta a la Normalidad

Asume el padre Pedro Bordoni, y le toca regir los destinos de la parroquia en tiempos difíciles para el país, entre la muerte del presidente Perón, la caída del gobierno de Isabel, la actividad de la guerrilla y la represión del proceso.
En la vida de la Iglesia coincide su mandato con la muerte de Pablo VI, el papado de 34 días de Juan Pablo I y finalmente con el comienzo del pontificado de Juan Pablo II.
Pese a las dificultades externas, realizó una fecunda labor parroquial, jerarquizó la Catequesis, reencauzó las instituciones, reabrió la Rama de los Hombres de Acción Católica, creó asociaciones inexistentes hasta el momento como los “boy scout”, el Grupo de Matrimonios y empiezan los triduos de Inmediata Preparación al Matrimonio, en tanto el Colegio Parroquial es muy reconocido en el barrio por su alta calidad educativa.
Deja su cargo en 1981, al ser designado para ocupar el cargo de Inspector de Parroquias en el Arzobispado de Buenos Aires.

1981-1989: El Padre Eduardo

Normalizada en su funcionamiento la Parroquia, la feligresía recibió en marzo de 1981 con renovadas expectativas la designación del Pbro. Eduardo Ridano, a quien le cupo conducirla mientras el país transitaba la guerra de Malvinas, el final del proceso, los primeros años de la recuperada vida en democracia, la rebelión cara pintada y el plan Austral entre otros sucesos.
En distintos momentos fue secundado como vicarios cooperadores por los prebísteros Martín Bustamante, Juan José Medina, y Rubén Edalián, sucesivamente.
Durante su mandato se realizó la reforma del altar mayor con el objeto de adecuarlo a los cambios litúrgicos para celebrar la misa de cara al pueblo.
Le tocó presidir los festejos por las bodas de oro de la parroquia y por las bodas de plata del colegio parroquial.
Funcionaron regularmente las Jóvenes, los Jóvenes y las Señoras de la Acción Católica; el Grupo Juvenil integrado por jóvenes y señoritas; la Legión de María; tres grupos de matrimonios; las Charlas de Preparación Matrimonial; Cáritas; la Unión de Padres del colegio y Ciclos de Evangelización para los padres del colegio, en tanto que los Grupos de Scout y de Guías lo hicieron hasta 1986, en que tuvieron que cerrarse por falta de dirigentes.
En marzo de 1989 fue trasladado a la Parroquia de Santa Ana, en el barrio de Villa del Parque.

1989-1992: El Interregno del Padre Edalián

Para reemplazarlo fue designado un apreciado conocido de la comunidad, dado que años antes se había desempeñado como vicario, el Pbro. Rubén Edalian.
Le tocó desempeñarse mientras el país asistía a los saqueos de supermercados, la entrega anticipada del poder por el presidente Alfonsín, y las erráticas políticas económicas del primer período menemista antes de zambullirnos en la globalización y las privatizaciones.
Mientras se desempeñó como párroco, se reorganizó Cáritas, comenzó a funcionar la santería y la librería parroquial.
Se reacondicionó el Camarín de la Virgen, se comenzó la reforma y ampliación de la casa parroquial y se restauró un buen número de las imágenes del templo. Además se construyeron dos nuevas aulas en el colegio.
Más contemplativo que activo, en 1992 se encontró desbordado por los crecientes problemas que ocasionaba la administración del colegio parroquial y terminó renunciando. Era el cuarto párroco que renunciaba a su mandato en sesenta y tres años de existencia de la parroquia.

1992-2003: Un Período de Actividad Interna y Externa

En 1992 asume el padre Juan Bautista Xatruch, siendo secundado en su calidad de vicarios parroquiales: a partir de 1993 y hasta que es designado para construir una Parroquia en el Parque Indoa-mericano, por el Pbro. Marcelo Gallino y luego por el Pbro. Martín Poladián. Durante su mandato la Argentina asistía al pacto de Olivos, la reforma constitucional, la reelección de Menen, los despidos masivos, la creciente pobreza de vastos sectores; el ascenso y la caída del gobierno de la Alianza, los cacerolazos y el “que se vayan todos”.
Durante esta etapa siguieron actuando y aún incrementándose las distintas asociaciones parroquiales que venían funcionando durante los últimos tiempos.
Se compró un terreno a la vuelta del templo, sobre la calle Pergamino y en él se edificó y se puso en funcionamiento el Colegio Parroquial Secundario.
Su periodo como párroco se caracterizó por la divulgación del Santuario Porteño de Luján en el conocimiento de la gente dentro y fuera del ámbito parroquial y en los medios, más el carácter popular que le imprimió a las distintas celebraciones, como las fiestas patronales, procesiones, fogones, competencias deportivas y la integración de la parroquia en tareas de apoyo a la Peregrinación Juvenil a Luján.
En marzo de 2003 fue trasladado como cura párroco a la vecina parroquia de Santa Clara.

2003-2007: La Época Contemporánea

En su lugar fue designado el Pbro. Rubén Ceraci, estuvo solo durante el primer año, luego fue secundado como vicarios parroquiales: por el padre Alejandro hasta el 2007 y posteriormente por el padre Sebastián.
Coinciden los primeros tiempos de su mandato con la regularización política del país al asumir un presidente electo por el voto ciudadano, mientras lentamente se va recuperando la economía pero aún quedan grandes desigualdades salariales y persisten vastos conflictos sociales.
En tanto no resulta un dato menor la muerte del Papa Juan Pablo II y su reemplazo por Benedicto XVI. Es también un tiempo de ríspideces entre algunos funcionarios del gobierno nacional y miembros del Episcopado.
Quedará para cuando finalice este periodo, hacer la evaluación del mismo, con la objetividad que facilita mirar las cosas desde cierta distancia.